Gastronomía

Gastronomía

La variedad gastronómica de nuestra zona es un claro ejemplo de la cultura tradicional de que disponemos, con una pluralidad gastronómica que representa la diversidad culinaria de la comarca.
Es fundamentalmente una cocina sencilla, de carácter rural, practicada durante siglos por pastores y campesinos. Junto a los importantes guisos de carne de cordero o a los sabrosos embutidos y preparados de cerdo, ocupa un lugar destacado los platos elaborados con el menudo y las vísceras de estos y de otros animales, además del pan, que es ingrediente principal de sopas o migas. Así mismo, resaltan productos tan naturales y de temporada como los espárragos trigueros, las criadillas de la tierra, las tencas, etc.

Las sopas se elaboran esencialmente a base de pan, añadiendo otros alimentos que le dan sabor y nombre propio: sopa de tomate engañadas con higos, sopa de ajo con jamón, ajo y huevo, sopas canas o la sopa de cachuela, con grasa e hígado de cerdo. Comidas comunes de muchos hogares han sido, y siguen siendo, el cocido y los guisos de puchero, las patatas guisadas de mil maneras, con bacalao o costillas de cerdo entre otras, las tortillas y revueltos de espárragos trigueros o las criadillas de la tierra.

Se han definido como plato pastoril las migas que se tomaban como desayuno, y con las que se aprovechaba el pan duro sobrante de días anteriores, minuciosamente picado, acompañado con torreznos, pimientos y ajos fritos, calándose las últimas cucharadas con leche.          

El gazpacho, en infinidad de variedades, es un plato de lo más refrescante, constituido fundamentalmente por tomate, pimiento, aceite, vinagre y sal, lógicamente gran cantidad de agua y grandes trozos de pan duro. La presencia del pimiento y del tomate produce su característico color rojo, aunque también se prepara el gazpacho blanco o ajoblanco, elaborado con un majado de miga de pan, huevo cocido, ajo, vinagre, aceite y sal, al que se le añade a veces algo de poleo. 

Las carnes tienen su mejor presentación en el cordero y, sobre todo, en el cerdo. Con el cordero se elabora el frite, trozos fritos de cordero que luego se cuecen con patatas y pimentón, aderezado finalmente con un majado de hígado de cordero, ajos y pimientos, todo bien espeso. Pero es del cerdo, siempre tan aprovechable, de donde se obtienen infinidad de preparados: pestorejo, picadillo, prueba, moraga, rabos, manitas y orejas de cerdo, rebozados, en salsa o con tomate, modalidades todas estas aún vigentes en muchos lugares y establecimientos. Especial consideración tienen los embutidos elaborados con tradicionales recetas caseras, que después de la matanza y de la correspondiente cura invernal pasa a englosar el aprovechamiento de la despensa para todo el año. Así, el chorizo, el lomo, el salchichón, el chorizo blanco -de extraordinaria calidad-, la morcilla fresca -elaborada con la sangre del cerdo y cebolla-, o la patatera, que pese a la sustitución de gran parte de la carne por patata cocida, a la que se añaden variables dosis de pimentón dulce o picante, consigue un sabor muy apreciable y además prácticamente no requiere tiempo alguno de curación.Pero, desde luego, la pieza más apreciable del cerdo es el jamón .
Son tradicionales los postres caseros, peculiares de cada población: Las rosas o los buñuelos de miel son dos de los postres estrella. También encontramos otros dulces como los pestiños, las perrunillas, bizcochos, los buñuelos de azúcar, las pringás, las roscas, los bollos de chicharrones, el arroz con leche...

Gran parte de la rica cultura culinaria del Valle del Alagón se sustenta en las virtudes de nuestros aceites, siendo imprescindibles en nuestras recetas más emblemáticas: sopas, calderetas, gazpachos, migas, ensaladas, dulces de sartén.